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Presentación de «El cráneo de Goya» pintura de Dionisio Fierros y «Busto de Goya» de Mariano Benlliure

En el Museo de Zaragoza

El día 16 de abril se cumple el 185 aniversario de la muerte de Francisco de Goya y Lucientes, con este motivo el Museo de Zaragoza presenta dos nuevas piezas que vienen a completar la colección permanente e ilustran uno de los grandes temas de la historiografía relativa al genio aragonés convertida en novela por diversos escritores.

La primera pieza que se presenta es un óleo sobre lienzo de Dionisio Fierros Álvarez, pintor asturiano formado en el taller de los Madrazo, realizada hacia 1849 y conocida como «El cráneo de Goya». Iconográficamente representa un tema muy repetido en el barroco, las Vanitas y la fugacidad de la vida, aquí centrada en una calavera como único símbolo de la levedad del ser humano.

La pintura fue un donativo de Hilarión Gimeno al Museo de Zaragoza en el año 1928, una etiqueta en el reverso del cuadro indica la propiedad anterior del Marqués de San Adrián, protector del pintor y otra inscripción sobre el bastidor, realizada en fecha desconocida, que reza: «Craneo de Goya pintado por Fierros».

La polémica y la existencia de dos tesis respecto a la desaparición de la cabeza de Goya están «servidas»: ¿se profanó la tumba y fue robado el cráneo de Goya por supuestos ladrones, frenólogos, coleccionistas o románticos?. ¿Fue, por el contrario, el propio Goya el que hizo donativo en vida de su cabeza con destino a un estudio frenológico en el asilo de San Juan de Burdeos y después en la Facultad de Medicina de París?, y en todo caso ¿Cómo y por qué llegó el cráneo de Goya, precisamente a manos del pintor Dionisio Fierros?

La segunda pieza que pasa a ocupar un lugar en las salas de exposición permanente, en el espacio dedicado a las obras en estudio, es el «Busto de Goya» de Mariano Benlliure, vaciado en yeso policromado imitando al bronce de hacia 1902. 

Está basado en el diseño preparado por Benlliure, para la escultura de cuerpo entero que ejecutó para la ermita de San Antonio de la Florida, lugar donde descansan los restos de Goya (sin cabeza), y de su consuegro con el que fue enterrado en Burdeos, desde 1919; el destino final del diseño de Benlliure fue la fachada norte del Museo del Prado.

Existen dos versiones de una misma representación con ligeras variantes, una de 1902 y otra más tardía de 1912. Este busto originariamente no estuvo policromado, presentaba la apariencia blanca del yeso, tal y como se muestra en las salas del Museo de Zaragoza, en las primeras décadas del siglo pasado, presidiendo la sala dedicada a Goya. Esta efigie es uno de los modelos más copiados y difundidos de la iconografía goyesca. Los rasgos maduros de Goya evidencian un rostro marcado por el paso del tiempo; la seria expresión y mirada penetrante acrecientan la personalidad del genial pintor aragonés.

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