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La cueva de Els Trocs de Bisaurri pudo ser un enclave de carácter ritual para los pobladores del Neolítico en la península Ibérica
Un grupo formado por 25 personas, lideradas por Manuel Rojo-Guerra, de la Universidad de Valladolid, y José Ignacio Royo, del Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno aragonés, han realizado durante el mes de julio la segunda campaña de excavación en la cueva de els Trocs, en el municipio oscense de Bisaurri, encontrando restos que parecen atestiguar, según los primeros estudios, el uso de la cueva por pobladores de hace unos 7.000 años como enclave ritual.
La cueva de Els Trocs, en las cercanías de la localidad de San Feliu de Veri, en el término municipal de Bisaurri y en la cuenca alta del río Isábena, fue localizada por arqueólogos aragoneses hacia 2007. De cara a valorar la importancia científica y patrimonial de la misma, se realizó una primera campaña de excavación en 2009 limitada a un sondeo estratigráfico con el que se pretendía conocer la potencia del sedimento arqueológico y la secuencia cronológica de sus niveles de ocupación.
Los resultados de la segunda campaña de excavaciones, que se ha desarrollado entre el 5 y el 28 de julio de 2010, permiten a los arqueólogos catalogar el lugar como enclave de uso ritual, así como determinar características de los pobladores neolíticos en un periodo incluso anterior a hace 7.000 años.
La primera actuación y la de este verano han sido financiadas dentro del Plan General de Investigación Arqueológica de la Dirección General del Patrimonio Cultural, además de la colaboración del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y del Ministerio de Ciencia e Innovación.
Como sostienen los arqueólogos, tras los trabajos de julio, se han podido confirmar las expectativas del yacimiento, tanto en lo referido a estratigrafía, como a las estructuras y los materiales. A partir de una potencia máxima de 1,50 metros por el momento, se ha documentado una ocupación muy prolongada que abarcaría desde el Neolítico Antiguo (por encima del quinto milenio a. C.) hasta momentos más avanzados de dicho periodo, así como una escasa y superficial ocupación tardorromana.
Al principio, los investigadores se inclinaron a pensar que la cueva era un refugio de pastores, aunque han desestimado la idea. En primer lugar por las condiciones climatológicas del lugar, frío y húmedo, y además porque se han hallado materiales en el pavimento que se enlazan con restos humanos y faunísticos con tratamiento «perimortem», es decir, justo inmediatamente tras producirse el fallecimiento, lo que ha llevado a pensar en un enclave de carácter ritual.
La intervención está siendo investigada por un equipo multidisciplinar del Departamento de Educación, Cultura y Deporte; el Ministerio de Ciencia e Innovación; el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Valladolid. Esta investigación permitirá conocer la vegetación, el clima, los alimentos o la estratificación del yacimiento, junto a las características físicas de sus pobladores y sus modos de vida.
Como complemento de la intervención arqueológica y para favorecer la conservación de este yacimiento e impedir su expolio, al finalizar la presente campaña se ha cerrado la boca de la cueva con una valla metálica.