Virgen con el Niño
El lienzo de la Virgen con el Niño procede del Convento de Santa Teresa de Huesca y pertenece a las primeras obras de Vicente Berdusán (1660-1670). Al igual que en el resto de sus primeras obras, este lienzo se caracteriza por una aplicación del color poco fluida y una construcción formal algo acartonada, condicionada por los perfiles del dibujo.
Se desconoce si existe preparación o se pintó directamente sobre la policromía subyacente y se aprovechó ésta como base para las veladuras en vez del bol rojo o pardo característico de esta época y de la pintura de Berdusán.
En esta obra, el olvido del dibujo llega incluso a modificar el carácter corporal de las figuras otorgándoles un «aire» difuso. Esta característica se aprecia sobre todo en los fondos de la composición, en los que las figuras de angelitos en diferentes posturas, se encuentran inmersas en una especie de neblina pictórica producida por la suavidad de los tonos, la falta de detalle de la pincelada y la despreocupación por el dibujo.
Las zonas más empastadas se aprecian en el vestido de la Virgen, en contraste con las zonas más veladas de pincelada fina que se arrastra para dejar ver el color de la pintura subyacente. La pintura es de base oleosa.
La Virgen, arrodillada junto al Niño, está rodeada por una atmósfera dorada y cálida, en forma de nimbo y un fondo oscuro que contrasta con las dos masas pictóricas en rosa y azul. El rostro, aparece enmarcado por una melena castaña y larga que cae ondulada sobre los hombros.
La figura de Jesús Niño desnudo, de potentes anatomías, se encuentra en posición de contrapposto, con la rodilla izquierda flexionada. Los pies se apoyan sobre un hombre y salvador, Señor de toda la tierra, a la que redime con su muerte y resurrección.
Historia
Siglo XVII, 1660-08-25 - 1670-08-25
- Barroco
Restauración. Siglo XXI, 2006-08-25
Bibliografía relacionada
El lienzo de la Virgen con el Niño procede del Convento de Santa Teresa de Huesca y pertenece a las primeras obras de Vicente Berdusán (1660-1670). Al igual que en el resto de sus primeras obras, este lienzo se caracteriza por una aplicación del color poco fluida y una construcción formal algo acartonada, condicionada por los perfiles del dibujo.
Se desconoce si existe preparación o se pintó directamente sobre la policromía subyacente y se aprovechó ésta como base para las veladuras en vez del bol rojo o pardo característico de esta época y de la pintura de Berdusán.
En esta obra, el olvido del dibujo llega incluso a modificar el carácter corporal de las figuras otorgándoles un «aire» difuso. Esta característica se aprecia sobre todo en los fondos de la composición, en los que las figuras de angelitos en diferentes posturas, se encuentran inmersas en una especie de neblina pictórica producida por la suavidad de los tonos, la falta de detalle de la pincelada y la despreocupación por el dibujo.
Las zonas más empastadas se aprecian en el vestido de la Virgen, en contraste con las zonas más veladas de pincelada fina que se arrastra para dejar ver el color de la pintura subyacente. La pintura es de base oleosa.
La Virgen, arrodillada junto al Niño, está rodeada por una atmósfera dorada y cálida, en forma de nimbo y un fondo oscuro que contrasta con las dos masas pictóricas en rosa y azul. El rostro, aparece enmarcado por una melena castaña y larga que cae ondulada sobre los hombros.
La figura de Jesús Niño desnudo, de potentes anatomías, se encuentra en posición de contrapposto, con la rodilla izquierda flexionada. Los pies se apoyan sobre un hombre y salvador, Señor de toda la tierra, a la que redime con su muerte y resurrección.
Historia
Siglo XVII, 1660-08-25 - 1670-08-25
- Barroco