Lienzo de San Pedro de Valcarca
Se trata de una pintura al óleo sobre lienzo adherido a una tabla de madera. Esta tabla de San Pedro, junto con la tabla de San Pablo, formaba parte de un retablo de la Iglesia parroquial de Valcarca. Esta tabla en concreto debía cumplir la función de puerta del lado del Evangelio, comunicando con la sacristía, ya que todavía conserva el tirador de hierro.
La representación de la figura responde a los cánones tradicionales del santo apóstol: nimbado, con el escaso cabello blanco y barba corta, vestido con túnica azul abierta sobre el pecho y ceñida en la cintura y un voluminoso manto ocre que le envuelve. Sostiene el libro abierto y levanta con la mano derecha las llaves, una de oro y otra de plata, que simbolizan los poderes que le legó Cristo: la absolución y la excomunión.
El autor de esta tabla debía ser un maestro de cierta calidad y, si todo el retablo de Valcarca era de la misma autoría, debió ser una obra considerable. El apóstol se sitúa en una hornacina avenerada y cobra vida propia tanto por su gesto y por su disposición, en ligero contraposto, como por el movimiento de su ropa. El artista fue cuidadoso en el tratamiento de los plegados, en el detalle de los accesorios y en la individualización del personaje.
La calidad de este maestro y la composición de la obra nos remite a un taller aragonés del siglo XVII que muestra reminiscencias de Cósida y, según Naval Más, sería conocedor de la escuela levantina, de la que adapta con éxito las soluciones tenebristas.
Historia
Siglo XVII
Declaración. Siglo XXI, 2011
Siglo XXI, 2021
Bibliografía relacionada
Se trata de una pintura al óleo sobre lienzo adherido a una tabla de madera. Esta tabla de San Pedro, junto con la tabla de San Pablo, formaba parte de un retablo de la Iglesia parroquial de Valcarca. Esta tabla en concreto debía cumplir la función de puerta del lado del Evangelio, comunicando con la sacristía, ya que todavía conserva el tirador de hierro.
La representación de la figura responde a los cánones tradicionales del santo apóstol: nimbado, con el escaso cabello blanco y barba corta, vestido con túnica azul abierta sobre el pecho y ceñida en la cintura y un voluminoso manto ocre que le envuelve. Sostiene el libro abierto y levanta con la mano derecha las llaves, una de oro y otra de plata, que simbolizan los poderes que le legó Cristo: la absolución y la excomunión.
El autor de esta tabla debía ser un maestro de cierta calidad y, si todo el retablo de Valcarca era de la misma autoría, debió ser una obra considerable. El apóstol se sitúa en una hornacina avenerada y cobra vida propia tanto por su gesto y por su disposición, en ligero contraposto, como por el movimiento de su ropa. El artista fue cuidadoso en el tratamiento de los plegados, en el detalle de los accesorios y en la individualización del personaje.
La calidad de este maestro y la composición de la obra nos remite a un taller aragonés del siglo XVII que muestra reminiscencias de Cósida y, según Naval Más, sería conocedor de la escuela levantina, de la que adapta con éxito las soluciones tenebristas.