Lienzo de San Pablo de Valcarca
Se trata de una pintura al óleo sobre lienzo adherido a una tabla de madera. Esta tabla de San Pablo, junto con la tabla de San Pedro formaba parte de un retablo de la Iglesia parroquial de Valcarca. Esta tabla en concreto debía cumplir la función de puerta del lado de la Epístola, comunicando con la sacristía, ya que todavía conserva el tirador de hierro. La ubicación de estos dos apóstoles en el banco del altar era muy habitual y justificable iconográficamente puesto que constituyen los pilares fundamentales de la Iglesia.
La representación de la figura responde a los cánones tradicionales del santo apóstol: nimbado, vestido con túnica y amplia capa, caracterizado por su nariz afilada, la cabellera castaña y la larga barba partida. Levanta una gran espada en la mano izquierda y en la derecha un volumen con sus epístolas.
El autor de esta tabla debía ser un maestro de cierta calidad y si todo el retablo de Valcarca era de la misma autoría debió ser obra considerable. Situado en una hornacina avenerada el apóstol cobra vida propia tanto por su gesto y por su disposición, en contraposto, como por los movidos paños de sus ropas. El artista fue cuidadoso en el detalle de los plegados, en los accesorios y en la individualización de los personajes.
La calidad de este maestro, así como por la composición de la obra nos llevaría a un taller aragonés del siglo XVII que muestra reminiscencias de Cósida, y según Naval Más, conocedor de la escuela levantina, de la que adapta con éxito las soluciones tenebristas. Este lienzo tiene unas tonalidades más cálidas que el de San Pedro, pero se conserva en peor estado.
Historia
Siglo XVII - 2013-05-17
Siglo XIX
Declaración. Siglo XXI, 2011
Siglo XXI, 2021
Bibliografía relacionada
Se trata de una pintura al óleo sobre lienzo adherido a una tabla de madera. Esta tabla de San Pablo, junto con la tabla de San Pedro formaba parte de un retablo de la Iglesia parroquial de Valcarca. Esta tabla en concreto debía cumplir la función de puerta del lado de la Epístola, comunicando con la sacristía, ya que todavía conserva el tirador de hierro. La ubicación de estos dos apóstoles en el banco del altar era muy habitual y justificable iconográficamente puesto que constituyen los pilares fundamentales de la Iglesia.
La representación de la figura responde a los cánones tradicionales del santo apóstol: nimbado, vestido con túnica y amplia capa, caracterizado por su nariz afilada, la cabellera castaña y la larga barba partida. Levanta una gran espada en la mano izquierda y en la derecha un volumen con sus epístolas.
El autor de esta tabla debía ser un maestro de cierta calidad y si todo el retablo de Valcarca era de la misma autoría debió ser obra considerable. Situado en una hornacina avenerada el apóstol cobra vida propia tanto por su gesto y por su disposición, en contraposto, como por los movidos paños de sus ropas. El artista fue cuidadoso en el detalle de los plegados, en los accesorios y en la individualización de los personajes.
La calidad de este maestro, así como por la composición de la obra nos llevaría a un taller aragonés del siglo XVII que muestra reminiscencias de Cósida, y según Naval Más, conocedor de la escuela levantina, de la que adapta con éxito las soluciones tenebristas. Este lienzo tiene unas tonalidades más cálidas que el de San Pedro, pero se conserva en peor estado.