La Villa de Jabaloyas
El conjunto delimitado comprende el núcleo urbano de Jabaloyas, a excepción del barrio de Villanueva. El conjunto presenta un notable grado de conservación de la trama viaria y arquitectura propias de una población de carácter ganadero que se configuró en lo esencial entre los siglos XIV y XVI, manteniendo numerosas construcciones de interés de los siglos XV y XVI, y una interesante muestra de arquitectura popular.
La localidad de Jabaloyas se sitúa entre las sierras de Jabalón y Peñarredonda, en una altiplanicie desarrollada a los pies del pico Jabalón, en el cual han aparecido restos de un asentamiento ibérico. En cuanto al origen del actual núcleo, las noticias son escasas.
El territorio de Jabaloyas estuvo incluido dentro del reino taifa de Albarracín, conservando el topónimo árabe; posteriormente pasó a formar parte del señorío de los Azagra, ya en siglo XII. La primera referencia documental a la población se remonta a 1284, cuando Pedro III de Aragón conquistó la ciudad de Albarracín y asigna heredades en las tierras y aldea de Jabaloyas a tres de sus ballesteros, Eximino Petri de Osa, Pedroto de Mora y Dalmacio de Villarasa.
Cuando en 1379, Pedro IV incorpora definitivamente el territorio del antiguo señorío a la Corona de Aragón, Jabaloyas, situada en la línea defensiva con Castilla, adquiere cierta relevancia, pasando a ser cabeza de una de las cuatro sesmas en que se dividió la Comunidad de Albarracín y lugar de recaudación de «generalidades».
La etapa de mayor esplendor de la población tuvo lugar durante los siglos XV y XVI, siendo en esta época cuando se construyen los edificios de mayor interés, como la iglesia parroquial y numerosas casonas pertenecientes a propietarios de grandes rebaños, enriqueciéndose con algunos detalles formales los edificios de carácter más popular. Será en este momento cuando quede configurado lo esencial de la población, tanto en su trama viaria, como en su arquitectura.
Las especiales características del núcleo vendrán condicionadas por el medio físico en el que se asienta y por la actividad ganadera de sus gentes. Al igual que otras poblaciones rurales creadas en la Edad Media, Jabaloyas irá articulándose sin una estructura formal definida, no hay jerarquización espacial ni división clara entre núcleo urbano y campo circundante. Un elemento integrador como la iglesia, ocupa una posición dominante pero inconexa con respecto al caserío. Sin embargo, irán apareciendo edificios comunitarios como el molino y el horno, asentándose en la periferia del núcleo, mientras la fuente se ubicará en el centro.
En cuanto a la arquitectura, el asentamiento en llano y la disponibilidad de espacio, dan lugar a construcciones amplias y bajas, de perímetro regular, construidas con materiales de la zona y cubiertas con tejados a doble vertiente de grandes faldones. El marcado carácter ganadero de la población conlleva la construcción de espacios y construcciones auxiliares que formarán un bloque compacto de grandes dimensiones, junto con la vivienda.
Los siglos XVII y XVIII supondrán, como para el resto de la Comunidad de Albarracín, una etapa de decadencia, especialmente por las continuas luchas y alteraciones en defensa de sus libertades, que fueron seguidas de fuertes medidas de represión. A finales del siglo XVII se dio la sentencia arbitral, aún vigente, que rige el reparto de beneficios del patrimonio comunal entre la ciudad de Albarracín y las aldeas de su Comunidad. Jabaloyas, al igual que la mayor parte de las poblaciones de la Sierra de Albarracín, mantendrá su actividad ganadera, viviendo una nueva etapa de crecimiento durante el siglo XIX, produciéndose un aumento demográfico que se plasmará en el surgimiento del barrio de Villanueva al Norte del núcleo, junto al molino, así como en la aparición de nuevas construcciones dentro del núcleo primitivo ocupando pequeñas parcelas, en ocasiones surgidas de la división de edificios existentes, o bien sobre los espacios libres entre las anteriores construcciones.
A mediados del siglo XX comenzará un proceso de despoblación que, junto con la construcción de edificios para almacenaje y corrales en la periferia, conllevará el abandono de algunas construcciones en el interior del núcleo.
Historia
Declaración. Siglo XX, 1982-08-29
Bibliografía relacionada
El conjunto delimitado comprende el núcleo urbano de Jabaloyas, a excepción del barrio de Villanueva. El conjunto presenta un notable grado de conservación de la trama viaria y arquitectura propias de una población de carácter ganadero que se configuró en lo esencial entre los siglos XIV y XVI, manteniendo numerosas construcciones de interés de los siglos XV y XVI, y una interesante muestra de arquitectura popular.
La localidad de Jabaloyas se sitúa entre las sierras de Jabalón y Peñarredonda, en una altiplanicie desarrollada a los pies del pico Jabalón, en el cual han aparecido restos de un asentamiento ibérico. En cuanto al origen del actual núcleo, las noticias son escasas.
El territorio de Jabaloyas estuvo incluido dentro del reino taifa de Albarracín, conservando el topónimo árabe; posteriormente pasó a formar parte del señorío de los Azagra, ya en siglo XII. La primera referencia documental a la población se remonta a 1284, cuando Pedro III de Aragón conquistó la ciudad de Albarracín y asigna heredades en las tierras y aldea de Jabaloyas a tres de sus ballesteros, Eximino Petri de Osa, Pedroto de Mora y Dalmacio de Villarasa.
Cuando en 1379, Pedro IV incorpora definitivamente el territorio del antiguo señorío a la Corona de Aragón, Jabaloyas, situada en la línea defensiva con Castilla, adquiere cierta relevancia, pasando a ser cabeza de una de las cuatro sesmas en que se dividió la Comunidad de Albarracín y lugar de recaudación de «generalidades».
La etapa de mayor esplendor de la población tuvo lugar durante los siglos XV y XVI, siendo en esta época cuando se construyen los edificios de mayor interés, como la iglesia parroquial y numerosas casonas pertenecientes a propietarios de grandes rebaños, enriqueciéndose con algunos detalles formales los edificios de carácter más popular. Será en este momento cuando quede configurado lo esencial de la población, tanto en su trama viaria, como en su arquitectura.
Las especiales características del núcleo vendrán condicionadas por el medio físico en el que se asienta y por la actividad ganadera de sus gentes. Al igual que otras poblaciones rurales creadas en la Edad Media, Jabaloyas irá articulándose sin una estructura formal definida, no hay jerarquización espacial ni división clara entre núcleo urbano y campo circundante. Un elemento integrador como la iglesia, ocupa una posición dominante pero inconexa con respecto al caserío. Sin embargo, irán apareciendo edificios comunitarios como el molino y el horno, asentándose en la periferia del núcleo, mientras la fuente se ubicará en el centro.
En cuanto a la arquitectura, el asentamiento en llano y la disponibilidad de espacio, dan lugar a construcciones amplias y bajas, de perímetro regular, construidas con materiales de la zona y cubiertas con tejados a doble vertiente de grandes faldones. El marcado carácter ganadero de la población conlleva la construcción de espacios y construcciones auxiliares que formarán un bloque compacto de grandes dimensiones, junto con la vivienda.
Los siglos XVII y XVIII supondrán, como para el resto de la Comunidad de Albarracín, una etapa de decadencia, especialmente por las continuas luchas y alteraciones en defensa de sus libertades, que fueron seguidas de fuertes medidas de represión. A finales del siglo XVII se dio la sentencia arbitral, aún vigente, que rige el reparto de beneficios del patrimonio comunal entre la ciudad de Albarracín y las aldeas de su Comunidad. Jabaloyas, al igual que la mayor parte de las poblaciones de la Sierra de Albarracín, mantendrá su actividad ganadera, viviendo una nueva etapa de crecimiento durante el siglo XIX, produciéndose un aumento demográfico que se plasmará en el surgimiento del barrio de Villanueva al Norte del núcleo, junto al molino, así como en la aparición de nuevas construcciones dentro del núcleo primitivo ocupando pequeñas parcelas, en ocasiones surgidas de la división de edificios existentes, o bien sobre los espacios libres entre las anteriores construcciones.
A mediados del siglo XX comenzará un proceso de despoblación que, junto con la construcción de edificios para almacenaje y corrales en la periferia, conllevará el abandono de algunas construcciones en el interior del núcleo.