Iglesia de la Inmaculada

La iglesia de la Inmaculada pertenece al grupo de iglesia gótico-renacentistas existentes en la provincia, caracterizadas por su evolución a partir del gótico aragonés hacia una concepción más unitaria del espacio.

Como ejemplar perteneciente a esta tipología, la iglesia organiza su espacio en torno a una única nave de cuatro tramos, con cabecera poligonal de tres lados, capillas abiertas entre los contrafuertes y coro alto a los pies. El espacio se cubre con una bóveda de crucería estrellada a excepción de las capillas que flanquean la cabecera, que lo hacen con crucería sencilla.

Al exterior destaca el volumen de la nave y los contrafuertes que la recorren, rodeada por las capillas laterales. En los tramos de la nave central se abren vanos ligeramente apuntados con tracería. Junto a la cabecera, en el lado de la epístola, se adosa la casa rectoral. La portada de la iglesia se abre en el penúltimo tramo desde los pies, en el lado de la epístola. Formando un pequeño atrio, consta de dos cuerpos bajo arco de medio punto cobijo. El cuerpo inferior se cubre con arco de medio punto flanqueado por dos pares de columnas jónicas sobre plinto, entre las que se abren nichos con esculturas. Un entablamento separa el cuerpo inferior del superior que está coronado por frontón curvo.  La portada, probablemente, se encuentra relacionada con la cruz de término fechada en 1566, que se sitúa frente a ella y que fue realizada por el mismo equipo.

La torre se levanta en el ángulo Suroeste. Posee tres cuerpos; los dos inferiores cuadrados, construidos en sillar y separados por una imposta a la altura de las cubiertas de las capillas y el cuerpo superior de influencia mudéjar, construido en ladrillo y con de planta octogonal.

Además, la iglesia alberga en su interior retablos y pinturas de gran valor que datan de entre los siglos XVI y XVIII.