Ermita de San Gil de Mediavilla

La pequeña ermita románica de San Gil se sitúa en la zona de asentamiento del primitivo núcleo de la población, surgido a finales del siglo XI, cuando Sancho Ramírez inicia la reconquista y repoblación de la zona.  La fundación de la iglesia se remonta al primer tercio del siglo XIII; está construida en sillería de piedra arenisca y es un edificio de planta rectangular, nave única y ábside poligonal.

La nave se cubre con bóveda de cañón apuntado apoyada en arcos fajones apuntados, mientras que la cabecera lo hace con bóveda de paños. En el alzado interior destaca la arquería ciega que recorre el ábside y se prolonga por los muros laterales hasta mitad de la nave. La decoración interior se completa con la bella talla de los capiteles en los que se representan escenas de la vida de Cristo y de San Gil, así como con los restos de pinturas conservados en el muro Sur de la nave.

El exterior es de gran sencillez y severidad, con sencillos contrafuertes románicos recorriendo el perímetro, tres vanos abocinados en el ábside que sirven para iluminar el interior junto a un óculo en el muro de los pies. Dos portadas daban acceso al templo: la situada en el muro Oeste, en los pies, muestra una sencilla composición en arco de medio punto dovelado; la portada Norte, también abierta en arco de medio punto, presenta un tímpano esculpido con una escena de la vida del santo titular, enmarcado por dos arquivoltas apoyadas en jambas de figura de apóstol. Canes de sencilla talla coronan los muros, dando paso a la cubierta a doble vertiente realizada con losas de piedra.