Casa El Torico

El edificio denominado Casa El Torico, fue construido por el arquitecto tarraconense Pablo Monguió en 1912 para la familia López y recibe este nombre por el local que originariamente ocupaba la planta baja, destinado a la venta de tejidos. Monguió construye en Teruel, entre 1910 y 1912, la Casa Ferrán, La Madrileña y El Torico, tres edificios reflejo de una nueva clase social burguesa, cuyos gustos supo Monguió plasmar a la perfección. Teruel se convierte así en la ciudad con más arquitectura modernista de Aragón.

Es uno de los mejores edificios modernistas conservados en Aragón, que conserva en sus fachadas la libertad compositiva, la armonía, el detalle decorativo y el uso de distintos materiales, características propias de este estilo. Está situado en plena plaza Carlos Castel nº 13, en esquina, con fachadas a las calles Hartzembusch y Tras el Mercado. Su exterior llama la atención por el color violáceo de sus fachadas que se combina con motivos decorativos en blanco y detalles realizados en ladrillo, cerámica y forja.

La fachada que mira a la plaza está porticada en su planta baja y presenta tres pisos sobre este porche. Se caracteriza sobre todo por el uso de formas curvas y por una composición simétrica que no se repiten en las otras dos fachadas, mucho más simples.

En la primera planta destaca una galería abierta  por siete columnas con capiteles decorados con motivos florales que sustentan el balcón de la segunda planta. El acceso a la galería desde el interior se realiza por medio de cuatro sencillas puertas adinteladas.

El último piso contiene tres balcones individuales, el central de mayor vuelo. Es interesante la forma redondeada de los vanos laterales, que dotan de gran dinamismo a la composición de este piso, realzada con columnas decoradas en sus capiteles y la excelente labor de forja de sus balaustres. El edifico se remata con  un torreón circular en ladrillo coronado por una cúpulilla, que sobresale en la esquina izquierda y un alero volado de madera, bajo el que se disponen realces decorativos en ladrillo.

A fines del siglo XX se transforma y cambia de uso, pasando a ser sede de las oficinas de la Caja Rural Provincial. Para adaptarlo a su nuevo uso sufrió una profunda reforma interior y tan sólo se conservan las fachadas y dos columnas de fundición en la planta baja.