Camino de los Pilones
El conocido como «Camino de los Pilones» es un camino histórico, un tramo de un antiguo Camino Real entre Teruel y las poblaciones del Levante, por el Maestrazgo turolense. Se conserva en toda su extensión el tramo que comunicaba las poblaciones de Villarroya de los Pinares y Allepuz en Teruel, a lo largo de un recorrido de casi 6 kilómetros; aunque también se pueden encontrar vestigios de este antiguo camino en la Partida de la Nave, en la loma del Pinar entre Fortanete y La Iglesuela del Cid, y en el Puerto de Las Cabrillas entre la Iglesuela y el Portell, así como en la zona de Valdelinares.
La costumbre de señalar los caminos con montones de piedras, columnas o árboles es conocida desde la Antigüedad. Este camino medieval fue vía de salida de las materias primas del Maestrazgo, principalmente de la lana. Pudo ser transitado por el rey Jaime I El Conquistador en su camino hacia Peñíscola desde Teruel, pasando por Allepuz y Villarroya de los Pinares, como se deduce del documento «Llibre dels fets o Crónica histórica».
Probablemente este camino se señalizó con pilones en la Edad Moderna, en el siglo XVIII. En este momento las comunicaciones en España se racionalizaron y mejoraron considerablemente con el fin de facilitar el tránsito, la circulación y el comercio, especialmente en lo que se refiere a la salida de las materias primas de las áreas rurales, y en concreto de la lana, el esparto y los tejidos del Maestrazgo.
La característica principal de este camino es la existencia de unos grandes pilones o hitos, de los que se conservan en la actualidad 113. Fueron construidos con obra de mampostería, piedra y mortero y enlucidos. Son de forma cilíndrica, con mayor diámetro en basamento y remate. Tienen en general una altura aproximada de 2’50 metros y un diámetro de unos 0’65 metros. En cada pilón podemos diferenciar tres partes: basamento, fuste y terminación.
Los pilones se sitúan a los laterales del camino a distancia regular, entre 30 y 50 metros, con el fin de obtener una relación visual entre ellos para no perderse con la ventisca, nieve y niebla, elementos meteorológicos que son frecuentes en este paisaje sin apenas vegetación arbórea. La memoria oral incide en la construcción del camino de los pilones a causa de la frecuente perdida de los viajeros, comerciantes, tratantes, etc. en este paisaje semiárido del Maestrazgo turolense, al cual afectaban todas las inclemencias del tiempo. La señalización para los caminantes es por tanto su principal identidad, constituyendo hoy en día un magnífico ejemplo de las comunicaciones y el intercambio entre poblaciones tal como han venido originándose y sucediendo a lo largo de la historia.
Historia
Construcción original
Destrucción
Declaración. Siglo XXI, 2008-12-03
El conocido como «Camino de los Pilones» es un camino histórico, un tramo de un antiguo Camino Real entre Teruel y las poblaciones del Levante, por el Maestrazgo turolense. Se conserva en toda su extensión el tramo que comunicaba las poblaciones de Villarroya de los Pinares y Allepuz en Teruel, a lo largo de un recorrido de casi 6 kilómetros; aunque también se pueden encontrar vestigios de este antiguo camino en la Partida de la Nave, en la loma del Pinar entre Fortanete y La Iglesuela del Cid, y en el Puerto de Las Cabrillas entre la Iglesuela y el Portell, así como en la zona de Valdelinares.
La costumbre de señalar los caminos con montones de piedras, columnas o árboles es conocida desde la Antigüedad. Este camino medieval fue vía de salida de las materias primas del Maestrazgo, principalmente de la lana. Pudo ser transitado por el rey Jaime I El Conquistador en su camino hacia Peñíscola desde Teruel, pasando por Allepuz y Villarroya de los Pinares, como se deduce del documento «Llibre dels fets o Crónica histórica».
Probablemente este camino se señalizó con pilones en la Edad Moderna, en el siglo XVIII. En este momento las comunicaciones en España se racionalizaron y mejoraron considerablemente con el fin de facilitar el tránsito, la circulación y el comercio, especialmente en lo que se refiere a la salida de las materias primas de las áreas rurales, y en concreto de la lana, el esparto y los tejidos del Maestrazgo.
La característica principal de este camino es la existencia de unos grandes pilones o hitos, de los que se conservan en la actualidad 113. Fueron construidos con obra de mampostería, piedra y mortero y enlucidos. Son de forma cilíndrica, con mayor diámetro en basamento y remate. Tienen en general una altura aproximada de 2’50 metros y un diámetro de unos 0’65 metros. En cada pilón podemos diferenciar tres partes: basamento, fuste y terminación.
Los pilones se sitúan a los laterales del camino a distancia regular, entre 30 y 50 metros, con el fin de obtener una relación visual entre ellos para no perderse con la ventisca, nieve y niebla, elementos meteorológicos que son frecuentes en este paisaje sin apenas vegetación arbórea. La memoria oral incide en la construcción del camino de los pilones a causa de la frecuente perdida de los viajeros, comerciantes, tratantes, etc. en este paisaje semiárido del Maestrazgo turolense, al cual afectaban todas las inclemencias del tiempo. La señalización para los caminantes es por tanto su principal identidad, constituyendo hoy en día un magnífico ejemplo de las comunicaciones y el intercambio entre poblaciones tal como han venido originándose y sucediendo a lo largo de la historia.