Acto del Trallo de la Hermandad de la Acequia de Pedrola y del Cascajo

Pedrola

Partidero de Almisén, Pedrola, donde se dividen las Acequias de Pedrola y el Cascajo. Foto: Hermandad de la Acequia de Pedrola y del Cascajo
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El trallo o arruedo es el acto empleado en el sistema de reparto de los turnos de riego de la Hermandad de la Acequia de Pedrola y el Cascajo, en la Comarca de la Ribera Alta del Ebro (Zaragoza) y que tiene lugar cada año el 21 de abril y el 20 de mayo. Los agricultores de esta comunidad de regantes se reúnen en tales fecha en el denominado Partidero de Almisén, en Oitura, en el T. M. de Pedrola (Zaragoza), donde la acequia madre se divide en dos cauces: la acequia del Cascajo, que riega Alagón, Grisén y Oitura; y la Acequia de Pedrola, que comprende el riego de las tierras de Figueruelas, Azuer, Cabañas de Ebro, Alcalá de Ebro y Pedrola. En el pasado, la asignación de los turnos de riego era una cuestión capital en la comarca de la Ribera Alta del Ebro, cuando solo contaba con el agua del río Jalón. Aunque no aparece documentado históricamente hasta el siglo XIX, el trallo se viene desarrollando, según testimonio de sus portadores «según costumbre inmemorial que constituye derecho consuetudinario», como dicen sus estatutos en su última versión Ordenanzas de la Comunidad de regantes denominada Hermandad de la Acequia de Pedrola y del Cascajo. De hecho, existen numerosas referencias documentales que apuntan a la existencia de una infraestructura hidráulica desarrollada desde tiempos medievales en el ámbito de la actual Comarca de la Ribera Alta del Ebro.

El acto en sí consiste en preparar cinco o cuatro fajos pequeños de hierba que se arrojan a la Acequia y en levantar fe notarial del resultado de su recorrido. El día 21 de abril, el encargado de aguas del Sindicato de Riegos de Pedrola confecciona para el arruedo cinco fajos de hierba de la misma margin (ribazo) de los campos, que se habrá recogido el día anterior. El día 20 de mayo el encargado de hacer el arruedo es el encargado de aguas del Sindicato de Riegos de Figueruelas y los fajos serán cuatro en vez de cinco.

El notario de Alagón, figura clave en el acto, indica al encargado de aguas o zabacequias que vaya arrojando uno a uno los fajos a la acequia, a 20 metros aguas arriba del partidero. Antes de la instalación de la actual tajadera, se colocaba para la ocasión en el partidero y, de punta a punta, un trallo o madero de unos 25 centímetros de altura. El curso del agua y su caudal determinan el número de fajos que saltan por encima del trallo o que va hacia un lado (Pedrola y Figueruelas) o hacia otro (Alagón y Grisén), estableciendo más o menos días de agua de riego según el siguiente sistema: tantos haces de hierba cuantos pasen por encima del trallo, les corresponderán tener ador (turno de riego) a los pueblos que riegan por la acequia del Cascajo. En caso contrario, si todos los fajos o alguno de ellos, van a parar directamente a la acequia de la Hermandad de Pedrola, el trallo, de la acequia del Cascajo, permanecerá colocado tantos días como ramilletes hayan ido a parar a la citada Acequia de Pedrola. Por lo tanto, en la Acequia del Cascajo, sólo pasará la cantidad de agua, que pueda rebasar dicho trallo o tajadera. El 20 de mayo se repite la operación.

Una vez finalizado el acto, el notario se reúne con los representantes de la Hermandad de la Acequia de Pedrola y del Cascajo, redacta un acta notarial donde da cuenta de cómo ha transcurrido y si ha habido alguna incidencia. El texto se lee en voz alta y, con el acuerdo de todos los presentes, se procede a la firma de los testigos que son requeridos por la secretaria de la Hermandad de la acequia de Pedrola y del Cascajo. Al finalizar, se reparte pan, vino y avellanas a los presentes tal y como refieren las ordenanzas.

Dentro de los ámbitos en los que se clasifica el Patrimonio Cultural Inmaterial, el acto del trallo de la Hermandad de Regantes de la Acequia de Pedrola y el Cascajo se inscribe en el ámbito de las «Formas de Organización tradicional», que recoge las normas consuetudinarias sobre turnos de riego. En su expresión más universal, encontramos el Tribunal de Regantes del Levante español, que ha sido reconocido por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

En este sentido, el trallo es uno de los escasos elementos conservados del derecho consuetudinario generado en torno a los sistemas hidráulicos históricos en Aragón a lo largo de los siglos. Dada la importancia de la provisión de agua de riego para la supervivencia de las sociedades campesinas, la conflictividad ha sido algo consustancial en la historia de los regadíos: las disputas y litigios por el reparto del agua, por la distribución de los gastos de mantenimiento, por el establecimiento de los turnos de riegos etc.

Pese a ello, el consenso y la cooperación entre los usuarios han sido factores imprescindibles para la perduración de los sistemas hidráulicos, lo que generó normas consuetudinarias en el tiempo que permitieron administrar los recursos naturales de forma armónica. El caso concreto del trallo, que ha perdurado hasta el presente como ejemplo de otros acuerdos ritualizados similares que, sin duda, existieron en el mapa de los regadíos aragoneses pero que hoy, sin embargo, están perdidos.

El trallo o arruedo es el acto empleado en el sistema de reparto de los turnos de riego de la Hermandad de la Acequia de Pedrola y el Cascajo, en la Comarca de la Ribera Alta del Ebro (Zaragoza) y que tiene lugar cada año el 21 de abril y el 20 de mayo. Los agricultores de esta comunidad de regantes se reúnen en tales fecha en el denominado Partidero de Almisén, en Oitura, en el T. M. de Pedrola (Zaragoza), donde la acequia madre se divide en dos cauces: la acequia del Cascajo, que riega Alagón, Grisén y Oitura; y la Acequia de Pedrola, que comprende el riego de las tierras de Figueruelas, Azuer, Cabañas de Ebro, Alcalá de Ebro y Pedrola. En el pasado, la asignación de los turnos de riego era una cuestión capital en la comarca de la Ribera Alta del Ebro, cuando solo contaba con el agua del río Jalón. Aunque no aparece documentado históricamente hasta el siglo XIX, el trallo se viene desarrollando, según testimonio de sus portadores «según costumbre inmemorial que constituye derecho consuetudinario», como dicen sus estatutos en su última versión Ordenanzas de la Comunidad de regantes denominada Hermandad de la Acequia de Pedrola y del Cascajo. De hecho, existen numerosas referencias documentales que apuntan a la existencia de una infraestructura hidráulica desarrollada desde tiempos medievales en el ámbito de la actual Comarca de la Ribera Alta del Ebro.

El acto en sí consiste en preparar cinco o cuatro fajos pequeños de hierba que se arrojan a la Acequia y en levantar fe notarial del resultado de su recorrido. El día 21 de abril, el encargado de aguas del Sindicato de Riegos de Pedrola confecciona para el arruedo cinco fajos de hierba de la misma margin (ribazo) de los campos, que se habrá recogido el día anterior. El día 20 de mayo el encargado de hacer el arruedo es el encargado de aguas del Sindicato de Riegos de Figueruelas y los fajos serán cuatro en vez de cinco.

El notario de Alagón, figura clave en el acto, indica al encargado de aguas o zabacequias que vaya arrojando uno a uno los fajos a la acequia, a 20 metros aguas arriba del partidero. Antes de la instalación de la actual tajadera, se colocaba para la ocasión en el partidero y, de punta a punta, un trallo o madero de unos 25 centímetros de altura. El curso del agua y su caudal determinan el número de fajos que saltan por encima del trallo o que va hacia un lado (Pedrola y Figueruelas) o hacia otro (Alagón y Grisén), estableciendo más o menos días de agua de riego según el siguiente sistema: tantos haces de hierba cuantos pasen por encima del trallo, les corresponderán tener ador (turno de riego) a los pueblos que riegan por la acequia del Cascajo. En caso contrario, si todos los fajos o alguno de ellos, van a parar directamente a la acequia de la Hermandad de Pedrola, el trallo, de la acequia del Cascajo, permanecerá colocado tantos días como ramilletes hayan ido a parar a la citada Acequia de Pedrola. Por lo tanto, en la Acequia del Cascajo, sólo pasará la cantidad de agua, que pueda rebasar dicho trallo o tajadera. El 20 de mayo se repite la operación.

Una vez finalizado el acto, el notario se reúne con los representantes de la Hermandad de la Acequia de Pedrola y del Cascajo, redacta un acta notarial donde da cuenta de cómo ha transcurrido y si ha habido alguna incidencia. El texto se lee en voz alta y, con el acuerdo de todos los presentes, se procede a la firma de los testigos que son requeridos por la secretaria de la Hermandad de la acequia de Pedrola y del Cascajo. Al finalizar, se reparte pan, vino y avellanas a los presentes tal y como refieren las ordenanzas.

Dentro de los ámbitos en los que se clasifica el Patrimonio Cultural Inmaterial, el acto del trallo de la Hermandad de Regantes de la Acequia de Pedrola y el Cascajo se inscribe en el ámbito de las «Formas de Organización tradicional», que recoge las normas consuetudinarias sobre turnos de riego. En su expresión más universal, encontramos el Tribunal de Regantes del Levante español, que ha sido reconocido por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

En este sentido, el trallo es uno de los escasos elementos conservados del derecho consuetudinario generado en torno a los sistemas hidráulicos históricos en Aragón a lo largo de los siglos. Dada la importancia de la provisión de agua de riego para la supervivencia de las sociedades campesinas, la conflictividad ha sido algo consustancial en la historia de los regadíos: las disputas y litigios por el reparto del agua, por la distribución de los gastos de mantenimiento, por el establecimiento de los turnos de riegos etc.

Pese a ello, el consenso y la cooperación entre los usuarios han sido factores imprescindibles para la perduración de los sistemas hidráulicos, lo que generó normas consuetudinarias en el tiempo que permitieron administrar los recursos naturales de forma armónica. El caso concreto del trallo, que ha perdurado hasta el presente como ejemplo de otros acuerdos ritualizados similares que, sin duda, existieron en el mapa de los regadíos aragoneses pero que hoy, sin embargo, están perdidos.

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