Parque Cultural Vall de Benás
El Parque Cultural Vall de Benás se define por su paisaje característico, consolidado desde hace siglos y de gran singularidad, que ha conformado el escenario vital de generaciones de montañeses. Por otro lado mantiene una cultura inmaterial que se manifiesta en el aprovechamiento de los recursos, en las tradiciones festivas, en la lengua y en otras expresiones culturales. Todo ello se complementa con un rico patrimonio artístico presente en la arquitectura, escultura, pintura y otros bienes materiales.
El río Ésera, desde su nacimiento en el Plan de Están hasta su salida aguas abajo de Seira, define un territorio que queda enmarcado por el norte por Pirineo Axial y lateralmente por las Sierras Interiores, en las cuales se ha abierto paso creando el conocido Valle de Benasque/la Vall de Benás. Este espacio no solo es una unidad física sino que, en virtud de las características orográficas y por el contacto histórico con otras comunidades humanas próximas, tiene unos rasgos culturales, sociales y económicos que le confieren una identidad propia.
El poblamiento y el aprovechamiento tradicional de los recursos naturales, fundamentalmente mediante la actividad ganadera y forestal, ha generado unos prados de diente y de siega, que constituyen un paisaje cultural además de unos agrosistemas de interés ecológico.
En paralelo, y a lo largo de los siglos, se ha ido configurando un riquísimo patrimonio cultural inmaterial que se manifiesta en las fiestas populares, como las fallas que forman parte de las Fiestas del Fuego del Solsticio de Verano en los Pirineos, incluidas por la Unesco en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y declaradas Bien Catalogado Inmaterial. La singular cultura inmaterial del Valle de Benasque/la Vall de Benás se manifiesta igualmente en otras festividades del ciclo anual, los bailes populares, los juegos tradicionales, las canciones, los cuentos y las leyendas.
Una de las manifestaciones culturales más importantes de este territorio es el patués o benasqués, variedad nororiental del aragonés, que tiene un uso habitual y extendido en la comunicación oral entre la población local, una creciente presencia en la sociedad y en el sistema educativo.
La arquitectura popular tiene su manifestación en la casa tradicional. Estos edificios, auténticas sedes de las unidades familiares, disponían de estancias para las personas, ganados, aperos y cosechas. Construidas, en piedra y madera, entre los siglos XIV y XVIII, fueron incorporando elementos de los diferentes estilos artísticos, desde el gótico hasta el neoclásico.
El esplendor económico y social entre los siglos X y XII, en el marco de su vinculación con el Condado de Ribagorza, tuvo su expresión en el arte románico que se manifiesta tanto en la arquitectura religiosa como en otros bienes artísticos. En menor medida, y ya dentro del Reino de Aragón, ocurre con el arte gótico, también presente y que se empleó fundamentalmente en la ornamentación de los templos. Los estilos artísticos propios de la Edad Moderna (siglos XVI-XVIII) fueron empleados fundamentalmente en la arquitectura civil (palacios y casas solariegas), religiosa (iglesias y ermitas) y militar (castillos).