Yacimiento de la Colonia Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza)
La Colonia Celsa se encuentra en el municipio zaragozano de Velilla de Ebro; es decir, encima del río Ebro y desde el punto de vista estratégico, pensando en el mundo romano, en un punto neurálgico de comunicación entre el Valle del Ebro y Tarraco, la capital de la provincia hispana Citerior. De modo que en el momento de su fundación, esta colonia cumple con un cometido estratégico, económico y geopolítico muy importante.
Este yacimiento tiene una gran virtud que es la de haber emitido moneda en la Antigüedad, durante su época de vida. Gracias a las monedas disponemos de un índice cronológico del desarrollo de la ciudad bastante ajustado. Sabemos que se funda en el año 44 a. de C. por Marco Emilio Lepido.
Estuvo emitiendo moneda durante Augusto, durante la época de Tiberio, y después cesó en sus acuñaciones aunque la ciudad seguía existiendo. Desaparece aproximadamente en torno a la época de Nerón y a la dinastía de los Flavios, es decir, en torno al año sesenta de la Era. En ese momento la ciudad se abandona por completo.
Lo que se ve actualmente en superficie es exactamente el estado de la ciudad tal y como quedó cuando sus habitantes la abandonaron.
Como toda ciudad contaba con unos espacios públicos y unos espacios privados. Las excavaciones que ha estado realizando el Museo de Zaragoza a lo largo de muchos años se han centrado fundamentalmente en la arquitectura doméstica. Se han excavado series de calles muy interesantes y también ínsulas que han proporcionado información para conocer exactamente los tipos de viviendas que había en la colonia. El yacimiento tiene la enorme ventaja de ofrecernos el mejor marco para conocer la arquitectura doméstica de las ciudades romanas que se conservan en el valle del Ebro.
Cesaraugusta, Celsa y Bílbilis, junto a Labitolosa, componen los cuatro puntos importantes que nos permiten tener un conocimiento del mundo romano aragonés verdaderamente notable y ajustado. Cada yacimiento ofrece una peculiaridad y la colonia Celsa es sin duda el lugar obligado para tener un conocimiento ajustado y preciso de la vida cotidiana atendiendo a la arquitectura doméstica.
Esta última etapa podríamos clasificarla fundamentalmente de puesta en valor del yacimiento y de lucha constante por su mejor conservación.